El control de calidad interno en las auditorías dota de mayor seguridad a los informes que emiten y beneficia a los usuarios de esa información
Un informe de auditoría no sólo ayuda a la empresa auditada al certificar la veracidad de sus cuentas, sino que esa información también es trascendente para otros usuarios, desde accionistas de la empresa, hasta clientes o proveedores que amplían la confianza en las entidades con las que se relacionan. Para mejorar las operativas que siguen los auditores y dotar de mayor seguridad jurídica a sus informes se ha puesto en marcha un sistema de control de calidad interno en los despachos de auditoría, de aplicación en todos ellos con independencia de su tamaño. Y sobre ese tema ha girado una jornada técnica que han organizado los colegios de Titulares Mercantiles y Economistas de Granada, que han conducido Federico Díaz Riesgo, director del Departamento de Control del REA+REGA del Consejo General de Economistas, y los revisores de control de calidad Miguel Bolumar Lara y David García Vega.
Una de las repercusiones directas de la implantación de tales sistemas de control de calidad interno es la mayor certeza que le confiere esa norma a los informes de auditoría emitidos, de tal forma que su entrada se traduce “en un volumen de escándalos económicos muy reducido, teniendo en cuenta que el número de informes de auditoría puede estar en torno a 66.000”, señala Federico Díaz. Y esto aún cuando las pautas que introduce la normativa no sólo son complicadas, sino que también conllevan un incremento de costes y de horas de trabajo para los despachos. Sin embargo, según ha explicado este experto “la situación es de mejora creciente, y los resultados de las 143 revisiones que hemos realizado el pasado ejercicio a las firmas de auditoría del Consejo General de Economistas se han saldado con resultado muy positivos, como consecuencia de que los auditores están muy concienciados con el cumplimiento del sistema”.
En el mismo sentido se ha manifestado Miguel Bolumar, para quién el objetivo marcado en 2010 cuando se pidió a las firmas de auditoría la implantación del nuevo modelo se ha traducido ya en “la puesta en práctica de las herramientas de las que se han dotado las firmas para conferirles una mayor eficacia en la ejecución de sus trabajos”. Esa mejora de habilidades implica “un incremento en la calidad de los informes y mayor seguridad de que la opinión vertida en el informe es adecuada; lo que revierte en la seguridad jurídica que se otorga a las cuentas de las empresas que se auditan”.
Pero dado que el tejido empresarial granadino está constituido de forma mayoritaria por micro y pequeñas empresas, que no están obligadas a auditar sus cuentas, David García se ha referido a una nueva figura, el experto contable, que está regulada por la normativa europea. Se trata de un profesional que “al certificar las cuentas anuales y el estado financiero de la empresa, dota a esa información de transparencia y calidad, lo que supone un beneficio para la propia compañía y para otros usuarios que se pueden relacionar con ella”.