Paulino Fajardo Martos, experto en mediación internacional: “El 60% de los recursos empleados en la mediación están ligados a la comunicación”
Cuando surge un problema por impagos o insolvencia en una empresa, lo habitual, es que se le reclame la deuda y, a continuación, se interponga una demanda. La solución de los juzgados, la mayoría de las veces, consiste en obligar al deudor a pagar; como no puede pagar, no se llega a cobrar. La mediación viene a modificar estas operativas y a introducir una nueva vía en la resolución de conflictos, que posibilita que se alcancen soluciones que en la práctica son ejecutables, es decir, una alternativa a los juzgados.
En este sentido, Paulino Fajardo comenta que “la mediación no persigue que las partes en conflicto se lleven bien, sino que se entiendan para que puedan resolver problemas y, cuando la figura del mediador desaparezca, las partes sigan fraguando el acuerdo”. De ahí que considere que, “el 60% de los recursos empleados en la resolución de conflictos están ligados a la comunicación”, de tal forma que “la función del mediador no es que se llegue a un acuerdo, sino que las partes se comuniquen para que el acuerdo salga de ellas mismas y no la imponga un tercero”. A estos aspectos ha dedicado Fajardo Martos parte de la conferencia magistral, que con el título “La resolución de conflictos”, ha impartido en la clausura del I Curso Superior de Mediación Civil y Mercantil (Mediación Concursal) que ha organizado la Fundación Escuela de Derecho Concursal y Mercantil de Granada.
Además, este granadino, curtido en procesos como los desencadenados por los accidentes de Spanair o el Alvia de Santiago, sostiene que “en España y, especialmente, en Granada somos muy especiales, pero no tanto como para que no funcionen las cosas que están funcionando en otros sitios”. Y es que normas similares a la reciente Ley de Mediación en Asuntos Civiles y Mercantiles, tienen una amplia trayectoria en países de nuestro entorno en los que los implicados se muestran muy favorables a estos procesos debido, sobre todo, a que ayudan a mantener las relaciones comerciales de las empresas implicadas. Para este mediador acreditado, la desconfianza hacia los mediadores en nuestro país viene porque se percibe esta figura como apoyo a una parte, no al proceso. Sin embargo, él considera que este sistema es conveniente para las empresas y supone un valor añadido para ellas, ya que permite que continúen su actividad, la confidencialidad evita que se corran riesgos de reputación corporativa y no les quita el control del proceso.
En referencia al centenar de profesionales que han asistido al Curso de la Escuela de Derecho Concursal y Mercantil, atiende a la importancia de la formación en gestión de conflictos y métodos alternativos ya que, “nos permite conocer las diferentes teorías y escuelas que hay sobre estos temas, adquirir herramientas y competencias, conocer sus utilidades y cómo y cuándo emplearlas”. E insiste en que lo principal para el mediador es “diagnosticar las características del conflicto”, de lo contrario, se corre el riesgo de “poner un tratamiento sin conocer las causas de la dolencia”.